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NO PIENSES... NO DIGAS NADA


No pienses, no digas nada,
Solo bésame como si fuera la primera vez
Como si fuera la última
Como si el vuelo de un ángel
Dejara en mis labios la estela de su paso.
Cierra los ojos y elévate
Déjate llevar por el instinto
Por lo que sientes
Abandónate…libérate….
No dejes que el murmullo de la noche
distraiga tus sentidos
y vuela en alas de la pasión.
Vos y yo solo dos esencias
Que como el humo de un cigarro
Se desvanece en el aire
Sé simplemente sentimiento
Tus manos serán alas
Y la tempestad del huracán
Nacido en nuestros cuerpos
Nos elevará más allá de la vida misma
Al abrir los ojos ya no seremos lo que fuimos
Seremos dos cuerpos redimidos
En la hoguera del amor infinito.


Angela Teresa Grigera


LA SED INSACIABLE



Decir adiós... La vida es eso.
Y yo te digo adiós, y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso.

Amar y amar toda la vida,
y arder en esa llama.
Y no saber por qué se ama...
Y no saber por qué se olvida...

Coger las rosas una a una,
beber un vino y otro vino,
y andar y andar por un camino
que no conduce a parte alguna.

Buscar la luz que se eterniza,
la clara lumbre durarera,
y al fin saber que en una hoguera
lo que más dura es la ceniza.

Sentir más sed en cada fuente
y ver más sombra en cada abismo,
en este amor que es siempre el mismo,
pero que siempre es diferente.

Porque en sordo desacuerdo
de lo soñado y lo vivido,
siempre, del fondo del olvido,
nace la muerte de un recuerdo.

Y en esta angustia que no cesa,
que toca el alma y no la toca,
besar la sombra de otra boca
en cada boca que se besa...

José Angel Buesa.

TU ME HABITAS



Tu me habitas, ocupas mi espacio
completamente, bajo la intima mirada,
sobre los sueños y esperanzas, tu me habitas.

Vives en mí, silenciosamente oculto,
sin palabras, sin reproches, sin disculpas
te apoderaste de todo y sin pedir nada,

Me habitas y me llenas sin remedio ...

Algunas veces, de pronto, me arrebatas,
todo mi ser se conmueve por tí mismo
y no puedo resistir el peso leve de tu mano

sobre mi mano extendida buscando tu presencia;
me duele no tenerte, y sin embargo necesito
no perderte, te quiero ahí entre mis sueños:

Habítame como una sombra escondida y justa.

Grito tu nombre y nadie me escucha, sólo tú;
lo sé por que te siento aún más profundamente
y por que tu sombra se recrea en mí y juega

con el espacio abierto en que me habitas.

Y no hay gesto, ni palabra, ni movimiento alguno
en el que no estés presente y algunas veces
me habitas de tal modo que no puedo resistirlo.

Tendrás que dejarme un día ....

EL PARAÍSO PERDIDO



Inspirado en el libro de poemas'Paradise Lost' de Milton el vídeo esta realizado en Londres por Stanislas Torikian & Anna Keeble.

LA ROSA NEGRA


Oh!, de cuan hermosa semilla naciste,
cuan bello, cuan dulce.
Dejaste caer,
tus pétalos a la mar.

¿Porque te dejaste ceder?
¿porque te escapaste?
ahora has sido destrozada
y ya no te puedo reparar.

Punzadas de fuego abrieron tu alma,
la dejaron brotar, la dejaron crecer,
la dejaron caer, la dejaron morir,
ahora que te marchitas,
intento regarte nuevamente,
ya no hay nada que hacer,
desecha en mil pedazos estas,
desecha están tus fuerzas en la mar.

Rosa negra sin pétalos,
heriste mi cuerpo y mi alma,
eras tan hermosa cuando naciste,
pero la mar te arrastro,
fue solo una dulce pesadilla,
que nunca terminara.

ERA- REBON


UN DIAMANTE CASTO


(...)La facultad de poner entre mì y los adultos, por medio de un tambor de juguete, la distancia necesaria, revelòse poco despuès de mi caìda por la escalera de la bodega, casi simultàneamente con el desarrollo de una voz que me permita cantar, gritar o gritar cantando en forma tan sostenida y vibrante y a un tono tan agudo, que nadie se atreverìa, por mucho que le estropeara los oìdos, a quitarme el tambor, porque cuando lo intentaban, me ponìa a chillar, y cada vez que chillaba algo costoso se rompìa. Tenìa la condiciòn de romper el vidrio cantando, con un grito mataba los floreros, mi grito rompìa los cristales de las ventanas y provocaba enseguida una corriente, cual diamante casto, y por lo tanto implacable, mi voz cortaba las cortinas, y sin perder su inocencia, se desahogaba en su interior con los vasitos de licor armoniosos, de noble porte y ligeramente polvorientos, regalo de una mano querida.

'El tambor de hojalata'. Gunter Grass.

EVASION

FOTOGRAFÍA POST MORTEM


La Fotografía de Difuntos fue una práctica muy extendida en el siglo XIX que básicamente, consistía en vestir a un cadáver recién difunto con sus ropas personales y participarlo de un último retrato grupal, con sus compañeros, familiares, amigos, o retratarlo individualmente. El motivo por el cual -en ese entonces- este tipo de imágenes no eran consideradas morbosas, puede deberse al ideal social que se gestara en la época del Romanticismo. En dicho período se tenía una visión nostálgica de los temas medievales, y se concebía la muerte con un aire mucho más sentimental, llegando algunos a verla como un privilegio.


La Fotografía de difuntos es una práctica que nace casi con la misma fotografía (un 19 de agosto de 1839) en París, Francia, pero luego se extiende rápidamente hacia otros países.



El hecho de fotografiar muertos tiene antecedentes pre-fotográficos en el Renacimiento, donde la técnica era el retrato por medio de la pintura en el llamado memento mori: otra técnica de la época medieval donde se concebía que el fin era inevitable y había que estar preparados.



Los difuntos, por otra parte, eran sujetos ideales para el retrato fotográfico, por los largos tiempos de exposición que requerían las técnicas del siglo XIX. En la toma de daguerrotipo la exposición seguía siendo tan larga que se construían soportes disimulados para sostener la cabeza y el resto de los miembros de la persona que posaba evitando así que ésta se moviera. Las fotografías de difuntos los muestran "cenando" en la misma mesa con sus familiares vivos, o bebés difuntos en sus carros junto a sus padres, en su regazo, o con sus juguetes; abuelos fallecidos con sus trajes elegantes sostenidos por su bastón. A veces, agregaban elementos icónicos -como por ejemplo una rosa con el tallo corto dada vuelta hacia abajo, para señalar la muerte de una persona joven, relojes de mano que mostraban la hora de la muerte, etc.


En el siglo XIX, era una práctica muy común, de hecho en un extracto de "El Nacional", un diario de 1861, se publicaba que el fotógrafo Francisco Rave y su socio José María Aguilar... "Retratan cadáveres a domicilio, a precios acomodados...". Este tipo de publicaciones era la forma en que habitualmente promocionaban sus servicios los fotógrafos en el siglo XIX.




Angelitos era la forma en que en el siglo XIX se conocía a las fotografías post mortem de niños, teniendo en cuenta la gran cantidad de estas por el alto indice de mortalidad infantil de dicha época, dado por los escasos recursos médicos en esos tiempos entre otras cosas. Una familia común sumaban entre 8 y 10 hijos de los cuales solían fallecer la mitad. Tomando en cuenta ese contexto, las fotografías del niño fallecido junto a sus padres y/o hermanos estaban comprensiblemente aceptadas. Según las creencias en Latino América, los rituales religiosos en cuanto a los niños, decían que morían sin pecado original cuando eran bautizados y sin ningún otro pecado en vida, y por lo tanto iban directamente al cielo para convertirse en Angelitos, en cambio, los que no habían sido bautizados eran enterrados con los ojos abiertos para que pudiesen ver la gloria del señor, y, en parte, es de aquí que surge la aceptación de fotografiarlos con los ojos abiertos.


En 1848, Tomas Helsby ofrecía este tipo de retratos al igual que Bartola Luigi con su socio Aldanondo Antonio, que en 1856 instalaron su estudio especializandose en retratos post mortem. Daviette, de nacionalidad francesa, en conjunto con el profesor Furnier ofrecían en Perú entre los años 1844-46, los servicios de fotografías de difuntos en la cual recalcaban con avisos en el diario local la posibilidad de inmortalizar al ser querido. En dichos avisos él mismo se anunciaba como "artista fotogénico" recien llegado de Paris,el cual, se encargaba de "retratar los difuntos como cuadros al oleo".


Actualmente esta práctica ha desaparecido, aunque en ciertas regiones se suele fotografiar a los niños recién nacidos fallecidos. Si bien no es el único género fotográfico que ha sufrido modificaciones sustanciales en el siglo XX (la fotografía de eventos sociales tiene un antes y un después con la aparición del fotoaficionado), la particularidad frente a la fotografía de difuntos es que la sensibilidad contemporánea es totalmente ajena a sus motivaciones y estas fotografías se han convertido en una práctica impensable con un ser querido.



Una de las teorías que tratan de explicar este fenómeno social argumenta se desarrolló en una época en que la fotografía no era habitual ni estaba popularizada como en el presente, de tal modo que mucha gente moría sin haber podido ser retratado en vida. De ahí que muchas familias desearan fotografiar "post mortem" a sus seres queridos para que todo el mundo supiera que esa persona había pertenecido a aquella familia. Después, a lo largo del siglo XX esta práctica se iría paulatinamente abandonando, gracias a la "democratización" de la fotografía; aunque sigue estando presente en ceremonias reales y velatorios de personajes públicos de la sociedad: artistas, políticos, etc. y, con una función diferente, en el ámbito forense.

Moment of Peace Interlude

DIARIO DE UNA INICIADA


La Noche del Pacto.

Francoise me esperaba cerca de la estación de Amiens. Llegué con media hora de retraso, sin embargo a él no pareció molestarle.

_Sabía que vendrías. Estaba seguro de ti.

Sus ojos brillaban más que nunca. Bebimos sin hablar durante diez minutos, mirando a la gente que pasaba. Después me dijo que nos retiráramos. Subimos a mi coche dirigiéndonos a la carretera de Abbeville. Recorrimos doce kilómetros antes de detenernos ante los primeros árboles de un bosque. Entonces me preguntó:

_¿Continúas estando decidida?

Contesté afirmativamente, esforzándome en pensar que todo aquello era una comedia de la que yo no acababa de captar el sentido. Él añadió entonces:

_Toma por ese camino, sino tienes miedo de atravesar el bosque.

La noche se había cerrado. Una fina lluvia caía golpeando contra el parabrisas empañado. Sin terminar de creerlo, me decía a mí misma:

"Vamos a hacer el amor y luego regresaremos. Hubiese preferido una cómoda habitación en un hotel".

Conducía con lentitud. Las ruedas se embarraban en las zanjas abiertas en el camino. Tomamos por varios senderos. El viento agitaba los árboles apretados, bajos y robustos. La tempestad rugía en el cielo, el aire era pesado, húmedo. Al fin, nos detuvimos ante una especie de cabaña. Francoise me detuvo en el umbral. Con ayuda de un largo cuchillo dibujó en el suelo un gran círculo en el que inscribió una cruz de Salomón, destinada a protegernos (ahora así lo sé) de los ataques de los Espíritus de la Oscuridad.

Dentro de la maloliente casucha no habían más que un cofre y una mesa. Francoise abrió el cofre y sacó un lienzo negro que colocó encima de la mesa. El lienzo tenía dibujados un gran círculo y una cruz, alrededor de los cuales tenía impresas una serie de letras, cuyo significado conocí posteriormente, y que ya no he podido olvidar desde entonces. Son las siguientes:

JHS: Jesús Hominun Salvator. VRS: Vade Retro Satanás. NSMV: Nunquam Suadeas Mihi Vana. SMOL: Sunt Mala Quoe Libas. IVB: Ipse Venenas Bibas. CSSML: Crux Sacra Sis Mihi Lux. NDSMD: Nunquam Doemon Sis Mihi Dux. CSPER: Christus Sit Perpetus Benedictus.

(En latín vulgar significa: Jesús salvador de los hombres. Vete Satán. No me persuadas de tus vanidades. Son males los que tu viertes. Bebe tu propio veneno. Cruz sagrada, sé la luz para mí. Demonio no seas nunca mi guía. Que Cristo sea eternamente bendecido.)

Y es que una extraña ley de la brujería quiere que se canten los méritos de Dios antes de entregarse para siempre a Satán, y que se acuda a Dios para pedirle protección. Simplemente Satán se pone en el lugar de Dios, sustituyéndolo. Se convierte en Dios, y al oficiar delante de los símbolos que le son propios se acentúa el carácter profanador de la Magia Negra, lo que no deja nunca de complacer al maligno.

Del cofre, Francoise sacó una cruz que fijó al revés sobre el altar. Después extrajo dos pebeteros en los que puso un poco de incienso. Colocó unos cirios, los encendió, y luego me pidió que lo esperase, puesto que iba a salir unos instantes, los cuales yo podía aprovechar para meditar.

Me arrodillé frente a la cruz invertida y la otra cruz de los brujos trazada en rojo sobre un fondo negro. Unas sombras gigantescas danzaban por los muros de la cabaña, como una prueba más del sacrilegio que allí iba a realizarse. El incienso exhalaba su perfume embriagador. Yo estaba paralizada por una angustia indecible. Tenía la vaga impresión de que todo vivía a mi alrededor. Unas sombras tibias y pérfidas me rodeaban. Hubiese querido huir de allí, pero me resultaba imposible...

Francoise regresó al cabo de un cuarto de hora. Traía consigo, no sé de dónde, un enorme gato negro, que tenía las patas atadas y maullaba con desesperación. Lo puso cerca del cofre y, viniendo luego hacia mí, me ordenó:

_Sin ropa.

Obedecí. Al principio pensé que me las veía con un pervertido. La idea casi me llegó a tranquilizar. Cuando estuve completamente desnuda, soltó mis cabellos para que cayesen sobre mis hombros. Después me intimó:

_Repite conmigo: Renuncio a mi bautismo cristiano.

Así lo hice, pareciéndome que mi voz adquiría una sonoridad que no era habitual. Estaba alterada y comenzaba a sentir verdadero terror. El espantoso rugido de un trueno hizo estremecer la cabaña. Tembló la llama de los cirios y entonces, armado con su cuchillo, Francoise fue en busca del gato negro. Lo puso encima del altar y, antes de que yo pudiese esbozar una protesta, hundió el acero en el pobre animal. Lo hacía con lentitud mientras el gato aullaba y se debatía en inútiles esfuerzos. Todo su cuerpo se estremecía con violentos espasmos. Unas gotas de sangre me salpicaron, cayendo sobre mi rostro y cuello. Dejé escapar un grito. El rostro de Francoise parecía sumido en una especie de éxtasis y sus ojos brillaban.

_¡No te seques!_me gritó._Deja la sangre sobre ti. Que la hayas recibido es una bendición, igual que la tormenta que está rugiendo. ¡Es la cólera de Dios!... Mejor así. Ya no podrá haber nada entre vosotros. ¡Serás la Reina de este mundo!

Con lentitud y con increíble destreza, continuó hurgando en la carne del gato que todavía vivía. Extrajo las humeantes vísceras, mientras afuera bramaba la noche. Luego colocó las entrañas en torno a la cruz invertida, cortando después la cabeza y la cola del gato.

Dejó los restos del animal sobre el lienzo manchado de sangre y me ordenó:

_Mira la cruz y repite conmigo la plegaria de aquellos que entregan su alma a Satanás.

Le obedecí, subyugada por aquella voluntad que era mucho más fuerte que la mía, y también porque lo que había de alucinante y de mórbido en aquella noche, me resultaba cautivante.

Cada palabra de aquella plegaria ha quedada en mi memoria. La repito desde entonces con frecuencia, puesto que es ahora mi única oración:

_En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, por el Poder de aquel que es Trío, Eterno e igual a Dios, os conjuro a que aparezcáis, Alma de los Infiernos, Lucifer, por el pacto de la Sangre os doy mi cuerpo, mi vientre y mi sexo. Os doy mi alma para siempre. Reniego de cualquier otro Dios que no seas tú, y delante de ti piso a Cristo, quien nunca será mi Señor.

Entonces, siguiendo la indicación de Francoise, arrojé la cruz al suelo y comencé a pisotearla con rabia. Luego, me ofreció una gran hoja blanca, indicándome que debía escribir con mi sangre. Me tomó el brazo y con el cuchillo me hizo un pequeño corte encima de la muñeca. Con ayuda de una pluma, que pasé sobre mi herida, comencé a escribir lo que él me dictaba:

_Lucifer, te entrego mi cuerpo visible e invisible, te doy mi alma. Dame la gloria y las riquezas de éste mundo.

Firmé al pie de éstas palabras y le entregué la hoja a Francoise, quien la guardó dentro del cofre. A continuación, Francoise tomó las vísceras del gato y, luego de cubrirlas con un polvo blanco, las metió en otro cofre metálico, que cerró cuidadosamente. Me hizo una seña y lo seguí hasta la salida, arrastrando los pies y caminando encorvada.

Un poco más tarde, cuando nos faltaban unos cincuenta kilómetros para llegar a París, me hizo detener el coche en un sendero y, arrojándose sobre mí, me poseyó salvajemente. Yo lo deseaba desde que salimos de la cabaña, en la que me había entregado al Diablo.

Antes de dejarme, Francoise me dio uno de los cofres, diciéndome que lo guardase en mi casa.

_Tu Pacto_añadió._será enterrado delante de la cabaña, en el bosque, debajo de una encina. En cuanto a éste cofre, que contiene las vísceras es, en cierto modo, el recibo de Satán.

Azathoth

Cuando el mundo se sumió en la vejez, y la maravilla rehuyó la muerte de los hombres; cuando ciudades grises elevaron hacia cielos velados por el humo torres altas, temibles y feas, a cuya sombra nadie podía soñar sobre el sol ni las praderas floridas de la primavera; cuando el conocimiento despojó a la tierra de su manto de belleza, y los poetas no cantaron sino a distorsionados fantasmas, vistos a través de ojos cansados e introspectivos; cuando tales cosas tuvieron lugar y los anhelos infantiles se hubieron esfumado para siempre, hubo un hombre que empleó su vida en la búsqueda de los espacios hacia los que habían huido los sueños del mundo.

Poco hay consignado sobre el nombre y procedencia de este hombre, ya que eso correspondía exclusivamente al mundo despierto, aunque se dice que ambos eran oscuros. Baste saber que vivía en una ciudad de altos muros donde reinaba un estéril crepúsculo; y que se afanaba todo el día entre sombras y alborotos, volviendo a casa por la tarde, a una habitación cuya ventana no daba a campos y arboledas, sino a un penumbroso patio hacia el que muchas otras ventanas se abrían en lúgubre desesperación. Desde ese alféizar no se divisaba sino muros y ventanas, a no ser que uno se inclinara mucho para escudriñar hacia lo alto, hacia las pequeñas estrellas que pasaban. Y dado que los muros desnudos y las ventanas conducen pronto a la locura al hombre que sueña y lee demasiado, el inquilino de este cuarto solía asomarse noche tras noche, escrutando a lo alto para vislumbrar alguna fracción de cosas que estaban más allá del mundo despierto y de la grisura de la elevada ciudad. Con el paso de los años, fue conociendo a las estrellas de curso lento por su nombre, y a seguirlas con la fantasía cuando, con pesar, se deslizaban fuera de su vista; hasta que al fin su mirada se abrió a la multitud de paisajes secretos cuya existencia no llega a sospechar el ojo mundano. Y una noche salvó un tremendo abismo, y los cielos repletos de sueños se abalanzaron hacia la ventana del solitario observador para mezclarse con el aire viciado de su alcoba y hacerle partícipe de sus fabulosa maravilla.

A ese cuarto llegaron extrañas corrientes de medianoches violetas, resplandeciendo con polvo de oro; torbellinos de oro y fuego arremolinándose desde los más lejanos espacios, cuajados con perfumes de más allá de los mundos. Océanos opiáceos se derramaron allí, alumbrados por soles que los ojos jamás han contemplado, albergando entre sus remolinos extraños delfines y ninfas marinas, de profundidades olvidadas. La infinitud silenciosa giraba en torno al soñador, arrebatándolo sin tocar siquiera el cuerpo que se asomaba con rigidez a la solitaria ventana; y durante días no consignados por los calendarios del hombre, las mareas de las lejanas esferas lo transportaron gentiles a reunirse con los sueños por los que tanto había porfiado, los sueños que el hombre había perdido. Y en el transcurso de multitud de ciclos, tiernamente, lo dejaron durmiendo sobre una verde playa al amanecer; una ribera de verdor, fragante por los capullos de lotos y sembrado de rojas calamitas...

FIN


H.P. Lovecraft

Día internacional de la mujer trabahjadora

La mujer no ha ganado gratuitamente los lugares que hoy en día ocupa y por los que sigue luchando. Aunque parezcan frases hechas, el día internacional de la mujer reivindica y reconoce los derechos de las mujeres trabajadoras, a partir de un hecho trágico que costó la vida de casi un centenar y medio de obreras textiles, un 8 de marzo a principios del siglo pasado. Más de un siglo después, el día de la mujer continúa reivindicando la defensa de los derechos, del mal llamado sexo débil.


El fantasma de Canterville



—Mucho me temo que el fantasma exista —dijo lord Canterville sonriendo—, aunque no haya aceptado todavía las ofertas de los empresarios americanos. Hace más de tres siglos que su existencia es conocida; exactamente desde el año 1584; aparece siempre que va a ocurrir una defunción en la familia.
—¡Bah! Igual hacen los médicos de cabecera, lord Canterville. Los fantasmas no existen,amigo mío, y supongo que las leyes de la Naturaleza no hacen una excepción con respecto a la aristocracia inglesa.
—Verdaderamente —dijo lord Canterville sin acabar de comprender la última observación del señor Otis—, ustedes se apasionan por la naturalidad.
Ahora bien, si no les importa tener un fantasma en casa, allá ustedes; pero recuerde que yo le he prevenido.

Unas semanas más tarde se cerró el trato, y al terminar la temporada el ministro y su familia se trasladaron al castillo de Canterville. La señora Otis, de soltera señorita Lucrecia R. Tappan (de la calle de West, núm. 53) había sido una belleza en Nueva York y aún era una mujer hermosa,de edad madura, con unos ojos y un perfi l soberbio.
Muchas americanas, cuando salen de su patria, suelen adoptar aires de persona delicada de salud, imaginándose que es una señal de distinción en Europa; pero la señora Otis no cometió nunca esta equivocación. Poseía una constitución espléndida y una gran vitalidad; en muchos aspectos era completamente inglesa, y se la hubiera podido citar como ejemplo de que Inglaterra y Estados Unidos lo tienen todo en común, menos el idioma, naturalmente.

Su hijo mayor, llamado Washington en un acceso de patriotismo paterno que él lamentaba siempre, era un muchacho de pelo rubio y buena presencia. Se había constituido en candidato a la diplomacia dirigiendo el cotillón en el casino de Newport durante tres temporadas consecutivas,y hasta en Londres tenía fama de ser un bailarínextraordinario. Sus únicos caprichos eran las gardenias y la aristocracia; por lo demás, era completamente sensato.
La señorita Virginia E. Otis, su hermana, era una muchacha de quince años, graciosa y ligera como un gamo, con un aire de ingenuidad dulce en sus grandes ojos azules. Cabalgaba maravillosamente y una vez derrotó al viejo lord Bilton por un cuerpo y medio, precisamente frente a la estatua de Aquiles, después de dar dos vueltas al parque con su jaca, lo cual entusiasmó de tal manera al joven duque de Cheshire, que inmediatamente la pidió en matrimonio. Los tutores del joven duque tuvieron que mandarlo a Eton aquella misma noche, bañado en un mar de lágrimas.
Después de Virginia venían dos gemelos, conocidos en la intimidad con el apodo de «Estrellas y Barras», porque se les veía por todas partes con este emblema. Eran dos chiquillos encantadores, y formaban, con el ministro, el único grupo verdaderamente republicano de la familia.
El castillo de Canterville está a siete millas de Ascot, la estación más cercana. El señor Otis telegrafió para que salieran a buscarlos en un coche abierto, y emprendieron la marcha con alegría.
Era una noche de julio de temperatura deliciosa y el aire estaba saturado del olor de los pinos. De cuando en cuando se oía el arrullo de las palomas con su voz dulce, y las pechugas doradas de los faisanes se divisaban entre la maraña rumorosa de los helechos. Desde las copas de las hayas las ardillas espiaban su paso, y los conejos atravesaban velozmente los matorrales con sus tiesos rabos blancos. De pronto, apenas llegados a la avenida del castillo, el cielo se encapotó y un silencio misterioso pareció invadir el ambiente; una bandada de cornejas revoloteó por encima de sus cabezas, y antes de que llegaran al castillo comenzaron a caer gruesas gotas.
Una mujer de edad vestida pulcramente de seda negra, cofi a y delantal, los recibió en la escalinata. Era la señora Umney, el ama de llaves, que seguiría en su puesto porque así lo había pedido vivamente lady Canterville. Se inclinó reverenciosamente ante la familia y dijo con la tradicional cortesía de otros tiempos:
—Sean bienvenidos los señores al castillo de Canterville.
Ellos la siguieron a través de un hermoso vestíbulo de estilo Tudor y llegaron a la biblioteca: un salón espacioso y alargado, con un ventanal con vidriera al fondo. El té estaba preparado, y después de quitarse los abrigos se sentaron todos,dirigiendo miradas de curiosidad mientras el señor Umney les servía.

Súbitamente la señora Otis clavó los ojos en una mancha de color rojo oscuro que había en el suelo, junto a la chimenea; sin fi jarse en lo que signifi caba, dijo al ama de llaves:
—Me parece que se ha derramado algo en el suelo.
—Sí, señora —dijo la señora Umney en voz baja—, se ha derramado sangre...
—¡Pero esto es terrible! —exclamó la señora Otis—. No me gustan las manchas de sangre en los salones. Hay que limpiar eso en seguida.
La anciana sonrió y añadió con la misma voz baja y misteriosa:
—Es sangre de lady Leonor de Canterville,
que fue asesinada en este lugar por su propio esposo,sir Simón de Canterville, en el año 1575. Él sobrevivió nueve años a su crimen y desapareció repentinamente en circunstancias muy misteriosas.Su cadáver no llegó a ser encontrado nunca, pero su alma en pena sigue embrujando las paredes de esta casa. La mancha de sangre ha sido admirada por muchas personas, turistas especialmente, pero no hay manera de hacerla desaparecer.
—¡Tonterías! —pensó Washington Otis—.
El quitamanchas «Campeón», fabricado por la casa Pinkerton, es capaz de borrarla en menos que canta un gallo.
Y antes de que la aterrorizada ama de llaves pudiera impedirlo, se arrodilló y frotó vigorosamente el entarimado con una sustancia de color negro parecida a una barra de cosmético. A los pocos segundos, la mancha desapareció sin dejar huellas.
—¡Ya me imaginaba que el producto Pinkerton lo haría! —exclamó triunfalmente, mirando a su asombrada familia. Pero apenas hubo pronunciado estas palabras, la estancia quedó iluminada por un relámpago terrible, y el fragor de un trueno los levantó en vilo a todos, salvo a la señora Umney, que cayó desmayada.
—¡Qué clima tan desagradable! —exclamó el ministro encendiendo tranquilamente un cigarro—.
Supongo que el país de nuestros abuelos está tan superpoblado que no hay bastante cantidad de buen tiempo para todos. Siempre he sido de la opinión que lo mejor que pueden hacer los ingleses es emigrar.
—Querido Hiram —contestó la señora Otis—, ¿qué vamos a hacer con una mujer que tiene la costumbre de desmayarse?
—Le descontaremos parte de su salario —dijo el ministro—. Verás como no volverá a repetirlo. En efecto, la señora Umney recobró el conocimiento en seguida. Sin embargo, se la veía profundamente afectada, y anunció con voz solemne que sucedería alguna desgracia inmediata en el castillo.

—Señor, he visto con mis propios ojos cosas tales que erizarían los pelos a cualquier cristiano;
durante noches y noches no he podido conciliar el sueño, a causa de los hechos increíbles que suceden aquí.
A pesar de todo, el señor Otis y su esposa aseguraron a la vieja que no temían en absoluto a los fantasmas; y la señora Umney se retiró cojeando a su habitación, después de invocar la protección de la Providencia y de hacer insinuaciones acerca de un posible aumento de salario.

SUDARIO

si,si,si........



cuando Dios creó el amor no ayudó mucho
cuando Dios creó a los perros no ayudó a los perros
cuando Dios creó las plantas no fue muy original
cuando Dios creó el odio tuvimos algo útil
cuando Dios me creó a mí, bueno, me creó
cuando Dios creo al mono estaba dormido
cuando creó a la jirafa estaba borracho
cuando creó las drogas estaba colocado
cuando creó el suicidio estaba deprimido

cuando te creó a ti durmiendo en la cama
sabía lo que hacía

estaba borracho y colocado
y creó las montañas y el mar y el fuego
al mismo tiempo

cometió algunos errores


pero cuando te creó a ti durmiendo en la cama

consiguió de veras algo para Su Bendito Universo.

Bucowsky.