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DIARIO DE UNA INICIADA


La Noche del Pacto.

Francoise me esperaba cerca de la estación de Amiens. Llegué con media hora de retraso, sin embargo a él no pareció molestarle.

_Sabía que vendrías. Estaba seguro de ti.

Sus ojos brillaban más que nunca. Bebimos sin hablar durante diez minutos, mirando a la gente que pasaba. Después me dijo que nos retiráramos. Subimos a mi coche dirigiéndonos a la carretera de Abbeville. Recorrimos doce kilómetros antes de detenernos ante los primeros árboles de un bosque. Entonces me preguntó:

_¿Continúas estando decidida?

Contesté afirmativamente, esforzándome en pensar que todo aquello era una comedia de la que yo no acababa de captar el sentido. Él añadió entonces:

_Toma por ese camino, sino tienes miedo de atravesar el bosque.

La noche se había cerrado. Una fina lluvia caía golpeando contra el parabrisas empañado. Sin terminar de creerlo, me decía a mí misma:

"Vamos a hacer el amor y luego regresaremos. Hubiese preferido una cómoda habitación en un hotel".

Conducía con lentitud. Las ruedas se embarraban en las zanjas abiertas en el camino. Tomamos por varios senderos. El viento agitaba los árboles apretados, bajos y robustos. La tempestad rugía en el cielo, el aire era pesado, húmedo. Al fin, nos detuvimos ante una especie de cabaña. Francoise me detuvo en el umbral. Con ayuda de un largo cuchillo dibujó en el suelo un gran círculo en el que inscribió una cruz de Salomón, destinada a protegernos (ahora así lo sé) de los ataques de los Espíritus de la Oscuridad.

Dentro de la maloliente casucha no habían más que un cofre y una mesa. Francoise abrió el cofre y sacó un lienzo negro que colocó encima de la mesa. El lienzo tenía dibujados un gran círculo y una cruz, alrededor de los cuales tenía impresas una serie de letras, cuyo significado conocí posteriormente, y que ya no he podido olvidar desde entonces. Son las siguientes:

JHS: Jesús Hominun Salvator. VRS: Vade Retro Satanás. NSMV: Nunquam Suadeas Mihi Vana. SMOL: Sunt Mala Quoe Libas. IVB: Ipse Venenas Bibas. CSSML: Crux Sacra Sis Mihi Lux. NDSMD: Nunquam Doemon Sis Mihi Dux. CSPER: Christus Sit Perpetus Benedictus.

(En latín vulgar significa: Jesús salvador de los hombres. Vete Satán. No me persuadas de tus vanidades. Son males los que tu viertes. Bebe tu propio veneno. Cruz sagrada, sé la luz para mí. Demonio no seas nunca mi guía. Que Cristo sea eternamente bendecido.)

Y es que una extraña ley de la brujería quiere que se canten los méritos de Dios antes de entregarse para siempre a Satán, y que se acuda a Dios para pedirle protección. Simplemente Satán se pone en el lugar de Dios, sustituyéndolo. Se convierte en Dios, y al oficiar delante de los símbolos que le son propios se acentúa el carácter profanador de la Magia Negra, lo que no deja nunca de complacer al maligno.

Del cofre, Francoise sacó una cruz que fijó al revés sobre el altar. Después extrajo dos pebeteros en los que puso un poco de incienso. Colocó unos cirios, los encendió, y luego me pidió que lo esperase, puesto que iba a salir unos instantes, los cuales yo podía aprovechar para meditar.

Me arrodillé frente a la cruz invertida y la otra cruz de los brujos trazada en rojo sobre un fondo negro. Unas sombras gigantescas danzaban por los muros de la cabaña, como una prueba más del sacrilegio que allí iba a realizarse. El incienso exhalaba su perfume embriagador. Yo estaba paralizada por una angustia indecible. Tenía la vaga impresión de que todo vivía a mi alrededor. Unas sombras tibias y pérfidas me rodeaban. Hubiese querido huir de allí, pero me resultaba imposible...

Francoise regresó al cabo de un cuarto de hora. Traía consigo, no sé de dónde, un enorme gato negro, que tenía las patas atadas y maullaba con desesperación. Lo puso cerca del cofre y, viniendo luego hacia mí, me ordenó:

_Sin ropa.

Obedecí. Al principio pensé que me las veía con un pervertido. La idea casi me llegó a tranquilizar. Cuando estuve completamente desnuda, soltó mis cabellos para que cayesen sobre mis hombros. Después me intimó:

_Repite conmigo: Renuncio a mi bautismo cristiano.

Así lo hice, pareciéndome que mi voz adquiría una sonoridad que no era habitual. Estaba alterada y comenzaba a sentir verdadero terror. El espantoso rugido de un trueno hizo estremecer la cabaña. Tembló la llama de los cirios y entonces, armado con su cuchillo, Francoise fue en busca del gato negro. Lo puso encima del altar y, antes de que yo pudiese esbozar una protesta, hundió el acero en el pobre animal. Lo hacía con lentitud mientras el gato aullaba y se debatía en inútiles esfuerzos. Todo su cuerpo se estremecía con violentos espasmos. Unas gotas de sangre me salpicaron, cayendo sobre mi rostro y cuello. Dejé escapar un grito. El rostro de Francoise parecía sumido en una especie de éxtasis y sus ojos brillaban.

_¡No te seques!_me gritó._Deja la sangre sobre ti. Que la hayas recibido es una bendición, igual que la tormenta que está rugiendo. ¡Es la cólera de Dios!... Mejor así. Ya no podrá haber nada entre vosotros. ¡Serás la Reina de este mundo!

Con lentitud y con increíble destreza, continuó hurgando en la carne del gato que todavía vivía. Extrajo las humeantes vísceras, mientras afuera bramaba la noche. Luego colocó las entrañas en torno a la cruz invertida, cortando después la cabeza y la cola del gato.

Dejó los restos del animal sobre el lienzo manchado de sangre y me ordenó:

_Mira la cruz y repite conmigo la plegaria de aquellos que entregan su alma a Satanás.

Le obedecí, subyugada por aquella voluntad que era mucho más fuerte que la mía, y también porque lo que había de alucinante y de mórbido en aquella noche, me resultaba cautivante.

Cada palabra de aquella plegaria ha quedada en mi memoria. La repito desde entonces con frecuencia, puesto que es ahora mi única oración:

_En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, por el Poder de aquel que es Trío, Eterno e igual a Dios, os conjuro a que aparezcáis, Alma de los Infiernos, Lucifer, por el pacto de la Sangre os doy mi cuerpo, mi vientre y mi sexo. Os doy mi alma para siempre. Reniego de cualquier otro Dios que no seas tú, y delante de ti piso a Cristo, quien nunca será mi Señor.

Entonces, siguiendo la indicación de Francoise, arrojé la cruz al suelo y comencé a pisotearla con rabia. Luego, me ofreció una gran hoja blanca, indicándome que debía escribir con mi sangre. Me tomó el brazo y con el cuchillo me hizo un pequeño corte encima de la muñeca. Con ayuda de una pluma, que pasé sobre mi herida, comencé a escribir lo que él me dictaba:

_Lucifer, te entrego mi cuerpo visible e invisible, te doy mi alma. Dame la gloria y las riquezas de éste mundo.

Firmé al pie de éstas palabras y le entregué la hoja a Francoise, quien la guardó dentro del cofre. A continuación, Francoise tomó las vísceras del gato y, luego de cubrirlas con un polvo blanco, las metió en otro cofre metálico, que cerró cuidadosamente. Me hizo una seña y lo seguí hasta la salida, arrastrando los pies y caminando encorvada.

Un poco más tarde, cuando nos faltaban unos cincuenta kilómetros para llegar a París, me hizo detener el coche en un sendero y, arrojándose sobre mí, me poseyó salvajemente. Yo lo deseaba desde que salimos de la cabaña, en la que me había entregado al Diablo.

Antes de dejarme, Francoise me dio uno de los cofres, diciéndome que lo guardase en mi casa.

_Tu Pacto_añadió._será enterrado delante de la cabaña, en el bosque, debajo de una encina. En cuanto a éste cofre, que contiene las vísceras es, en cierto modo, el recibo de Satán.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

maravilloso - si lees algun rito real de iniciacion o exaltacion .- tal vez te inspire para escribir algo.

tashano dijo...

korn propiedades ,

Me alegra que te haya gustado, tratare de encontrar entre mis amigas "las brujas" algún rito real.

Un beso

Anónimo dijo...

mmmmmm que apasionante historia entre oscura y hermosa!

tashano dijo...

agregar cabello foto,

Gracias por tu comentario.

Un saludo