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DESTIERRO

Largo es el camino de mi destierro,
Duras y tortuosas las travesías,
Que he de andar errante por mucho tiempo
Buscándome a mí mismo
Porque en mi interior no me encuentro.

Para subir a la Gloria,
antes hay que bajar a los infiernos.
Yo llegué hasta el Hades,
Sacrifiqué infinitud de corderos
y di de beber su sangre
a los muertos que allí habitan.
Ellos me dijeron cuál iba a ser mi destino,
un sino, tan negro como el carbón
del que está hecho tu corazón de acero,
en el que tú no estabas.

No quiero vivir más
de las fantasías que son producto de mi mente,
quiero afrontar esta fría y cruel realidad
que envuelve mi alma cual manta de terciopelo
protege tus delicadas extremidades
del terrible y agresivo invierno.

Nada tiene sentido ya,
Porque mis versos se tornaron tristes,
humillado estoy por el paso del tiempo,
ya nunca la urraca vendrá a mi ventana
A graznar mil veces tu nombre,
Mas te maldijo yo en este momento
Porque loco de amor me has vuelto.

Vísteme con harapos y mentiras,
Clávame un puñal de lágrimas negras,
dame boleto y échame de tu vida,
escúpeme en la cara la verdad
de lo que pudo ser y no fue,
y renuncia a llamarme hombre
porque, sin ti, yo no soy nada.

Volveré a llamarte Luthien Elbereth
y tú te quedarás sola mirando las estrellas,
escudriñando el futuro de una vida sin esperanza
donde los corazones rotos jamás volverán a unirse,
donde las palabras huecas resuenen en el eco de mi ausencia..

Y entonces se hará de noche,
y vendrá la oscura muerte con su traje de gala,
guadaña en mano y túnica negra,
para robarme el último aliento de esta vida exacerbada.

Quiera Dios que éso ocurra
cuando venda al Diablo mi alma,
esa alma de poeta putrefacta,
que hace tiempo ya
que hicieron de ella
su hogar los malditos gusanos.


© Julián Francisco Pérez Jiménez