“Evike me estaba cepillando mis cabellos cuando, inesperadamente, tiró de ellos muy fuerte.
Sin pensarlo ni preguntar qué le había sucedido, le golpeé en la cara. Parece que mi anillo le produjo un tajo en su mejilla, haciendo que su sangre saltara hasta mi mano.
Me limpié con un pañuelo, pero con el paso del día vi que allí, donde había caido la sangre de mi sierva, la piel estaba más clara, más brillante. Parecía rejuvenecida.
No he dejado de observarla, y lo puedo ver, lo puedo confirmar. Su sangre ha hecho algo en mi piel”.
Alejandra Pizarnik
3 comentarios:
Genial...
Alejandra en cada palabra describe un mundo...
mil besos
Me dá q a esta sierva le queda poca vida, pobre mujer...
muakkkkkkkkkkkkkkkkkkkk
Que buenooooo y una compatriota y conocida mia, gracias por tu trabajo, tan cosistente. Besos lielina, te dejo estoy repartiendo votos, jajjaja
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