Ayer, hoy, mañana... siempre será igual, ansiosa se espera un milagro que llene nuestro corazón destrozado, que día a día se consume en el dolor y la desesperación, pues siempre estará a la espera de encontrar un sentimiento que derrame alegría.
El vacío lo agota tan rápidamente que se siente impotencia y ansiedad al quererlo salvar. El dolor es tan grande que llega a tal límite de pedir a gritos una oportunidad para sentirse amado.
Una caricia, un abrazo, un sutil beso, son sueños de inspiración para lograr sobrellevar la pena que nos hace dejar de andar.
Cuántos damos nuestras vidas por cerrar los ojos y sentir caer en la piel el rocío del amanecer, y así poder saber que estamos vivos, ¡que estoy viva! que quiero disfrutar de la belleza de la eternidad...
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